REQUIEM

Semana de funerales. Por colleras, Chica9 a la reserva veraniega de los gentilhombres bilbaínos y en mi caso al poblado. A acompañar la zozobra de un tipo con el que eché los dientes y perdí la ingenuidad que tardará en entender la razón por la que no volverá a despertarse con su mujer.

Una hora en un funeral da para mucho. La Iglesia de Gernika, como todas las de la Bizkaia profunda, te engulle desde su inmensidad. Gótica, fría como un mausoleo, con una sonoridad propia de catacumbas, donde los agudos y graves del obituario ganan acústica.

Me dio para pensar. Que es algo en lo que difícilmente te puedes detener cuando suena el fox-trot de la rutina diaria. Concluí, que, aun siendo gesto bienintencionado, no se puede acompañar a nadie en el dolor. Porque, como soberano que es tiende a apropiarse del alma de las personas, de su mente, de su cuerpo. Que enferma y se marchita hasta desaparecer si el dolor aprieta, salvo que pase el tiempo suficiente para diluirlo.

Además, me fije en los rostros del personal. Abandonar el día a día de un lugar que fue tuyo de corrido te permite escrutar el paso del tiempo. Todos te resultan conocidos, algunos los reconoces, mientras que otros no aciertas a ubicarlos en tiempo y lugar. Lo bueno del poblado, es que por mera estadística, te relacionas con todos. Desde la dependienta de la bollería donde me mandaba mi ama a por vituallas hasta un par de tipos con los que compartí unas clases de inglés que impartía una señora a la que llamaban Madame, y que daba clases de inglés solo por ser extranjera.

Me detengo en los que una vez fueron amigos. Había ejemplos de todo tipo de amistades. La útil, esa que une a dos personas que quieren algo la una de la otra y que solía ser propia de espabilados (quiero jugar con tu balón, montar en tu bicicleta, leer tu colección de Tintin o que tu ama me lleve a la playa). Cuando la utilidad se acaba, lo hace también la amistad.

Luego esta la que cultivas accidentalmente con gente con la que compartes latitud, longitud y gustos afines con los que pasarlo bien. Propia de la adolescencia donde los conviertes en mejores amigos que se esfuman cuando hay que pagar la hipoteca y hacer horas extras.

Finalmente, esta la imperecedera, la amistad por la virtud, no busca sacar provecho ni pasarlo bien. En la mayor parte de las ocasiones exige más de lo que te aporta. Pero es como si fuera un seguro, si la necesitas estará, aunque es mejor que no lo necesites más de media docena de veces en tu vida.

Cuando la misa termina, nada más el cura abraza a mi amigo y su hija, me doy cuenta de lo curiosa que es la mente. En lugar de reproducir los recuerdos tal como los hemos vivido, te los proyecta en tercera persona, desde un punto elevado, casi cenital. Sin darte cuenta de que quien aparece en ellos realmente eres tú.

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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