3PUYAZOS

Definición de apóstata de la modernidad. Tipo que se embaula 700 kilómetros en un día para presenciar un festejo taurino de la feria del aficionado en San Agustin de Guadalix.

Acuñamos la definición mi compadre JA y yo el pasado domingo. Partiendo al alba, y sin viento de levante de empopada. Veinte mil leguas de distancia a la búsqueda de la pureza de tres toreros menesterosos luciendo una corrida de Dolores Aguirre en el caballo.

La expedición presentaba un hecho diferencial. Ya son muchas las ocasiones en las que, solos o acompañados de otros, magnífico latiguillo de la sentencia de cuando apiolaran a los Marqueses de Urquijo, nos habíamos echado a la carretera en la búsqueda del natural prometido.

Pero en esta ocasión, sabíamos que no nos iba a ocurrir como otras veces. Todas esas en las que nos habíamos sentido como aquellos buscadores de pepitas durante la fiebre de oro de Klondike. Donde los que se hicieron ricos no eran los expedicionarios sino los que les vendían palas y rastrillos que se valían de la fe de los incautos.

El aval lo franqueaba que la organización correspondía a la peña 3Puyazos. Unos tipos tan ingenuos como nosotros (la prueba es que habrán protagonizado el mismo viaje en variadas ocasiones) y que invertían esfuerzo, ilusión y dinero en colmar la satisfacción de ver un toro arrancándose de lejos al caballo.

Sólo decir que el viaje mereció la pena por variadas razones. La primera, por la autenticidad del festejo. Todo, el público, la plaza, la lidia era genuino. No había ardid ni trampantojo por ninguna parte. Tauromaquia en sepia, con un tipo jugándose la vida sin arnés, como Damian Castaño, y una ganadería magníficamente presentada con las aviesas intenciones que se presumen a los de su especie. Hasta que se sienten domeñados por el lidiador.

Después, un tercio de varas erigido para que manara la bravura y no opacado, como de costumbre, con ese marchamo de trámite indecoroso. Con quietud, orden y dando ventajas a quien se las merece.

Y para acabar, una atmósfera de ceremonial doctrinario. Al que habíamos acudido atraídos por la llamada del cuerno vikingo los representantes de la extravagancia de las distintas latitudes regionales.

Pensé en medio del festejo que si un pedazo de la chatarra espacial que pulula por la atmósfera hubiese impactado sobre la plaza a la hora del festejo, el frikismo castizo taurino se hubiera extinguido para los restos.

Volveremos. Gracias 3Puyazos.