ZORTZIKO

Fue el pionero De la Villa. Probablemente con el Guria. Aquel que orló una de las debilidades de esta tierra, como es el yantar, con el terciopelo de la importancia.

El aura te impregnaba desde el momento que franqueabas su entrada. Esa decoración afrancesada, con paredes paneladas de espejos y mobiliario recubierto de tafetán. Y los modales con los que te atendían te revelaba que no sólo ibas a comer. Quizás sin anunciarlo con la pompa de los gorrillas actuales, acuñó eso tan manido como lo de vivir una experiencia. Porque eso era el Zortziko. Una experiencia.

La primera vez que fui con mi aita me abrumó. Por ese doble silencio que desprenden los lugares con eco, por mi sensación de impostura ante el modal y el refinamiento. Y porque no decirlo, por descubrir que un restaurante era también un lugar de recato, donde, perderte en juegos verbales, hacia que el resto de sentidos no aprehendieran lo que tenías delante.

Perseveré años después. En mis erráticos primeros años como empresario organice un curso de cocina. Nos lo impartió  el propio Dani. El primero al que se atribuyó la condición de Chef en aquelBilbao liberal.

Atributo ganado con creces. Procedente de la comarca de Béjar, me confesó una noche que tenía mucha manía a los de Béjar (ya lo dice el refrán vives mejor que los ricos de ,,,) porque le aperreaban cuando cruzaba, junto con su madre y a lomos de un burro, el puente que daba acceso a la localidad.

Siempre me gustó Dani. Por ser un visionario, por venir de pueblo como yo, por su rictus envainado que sólo podía ocultar un doble corazón. Pero sobre todo, le admiraba por taurino. Para más honra del Tendido 5, y por haberse puesto delante de un novillo, algo que yo nunca he sido capaz, mitad por miedo, mitad por aterrizar a la existencia con carcasa de picador,

Ahora doblo la apuesta de la admiración al ver la dignidad con la que ha echado el kisket como decimos en esta tierra. Mostrando donosura, sin afligirse o esconderse en el burladero de la añoranza.

Nos deja a su hijo Mikel, que, muy probablemente, haya montado en Las Lias de la calle Ajuriaguerra el negocio que hubiera inaugurado su aita en el caso de no entrar a Béjar montado en un burro.

Y es que los taurinos sabemos mejor que nadie el poder transmisor de valores, y comportamiento que tiene la genética.

Que te embista la vida por bajo.