BAKEA (MUNGIA)

Siento imán por lo heterodoxo. Me he convertido, con tanto abjurar de lo cotidiano, en un Iker Jimenez del disenso, que al fin y al cabo resulta muchísimo más tangible que lo paranormal.

Me atrajo hasta allí mi compadre, XB, que tiene intuición cum laude para el descubrimiento de lo culinariamente alternativo. Y como me convenció la apuesta gastronómica, me he hecho repetidor.

La forma mejor manera que se me ocurre para definir el BAKEA es que, cada humano tiene una pedrada, definida por una obsesión por un ámbito, idea, pensamiento, religión o disciplina. Unos coleccionan entradas de fútbol, otros fetiches de un amor y están los que acumulan coches o motos antiguas. Y en el caso de su ideólogo, Alatz Bilbao, ha plasmado la pedrada en un concepto de disrupción teatralizada de lo gastronómico.

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Siento imán por lo heterodoxo. Me he convertido, con tanto abjurar de lo cotidiano, en un Iker Jimenez del disenso, que al fin y al cabo resulta muchísimo más tangible que lo paranormal.

Me atrajo hasta allí mi compadre, XB, que tiene intuición cum laude para el descubrimiento de lo culinariamente alternativo. Y como me convenció la apuesta gastronómica, me he hecho repetidor.

La forma mejor manera que se me ocurre para definir el BAKEA es que, cada humano tiene una pedrada, definida por una obsesión por un ámbito, idea, pensamiento, religión o disciplina. Unos coleccionan entradas de fútbol, otros fetiches de un amor y están los que acumulan coches o motos antiguas. Y en el caso de su ideólogo, Alatz Bilbao, ha plasmado la pedrada en un concepto de disrupción teatralizada de lo gastronómico.

Defino el concepto desde la teatralización, no con tintes peyorativos, sino porque todo el interior arropa la ilusión que se quiere hacer concebir al visitante. El comedor, con mesas corridas, se proyecta, como si fuera una platea, hacia el eje conductor del conjunto, la cocina, de construcción propia, que denominan como “la maquina”. Situada en el centro de proscenio, abierta a los ojos del comensal, recibe la visita del éste comensal al finalizar la experiencia. Al estilo de los romeros el dia de la virgen de la patrona, cuando suben a su ermita, en señal de veneración.

Se invoca el origen familiar fabril del propietario para transmitir la relevancia de la construcción de La Máquina, una reconstrucción mecanizada de los bekosus de antaño, en donde la modernidad se pone al servicio del producto, sin atajos ni economia de medios utilizada para facilitar el guiso.

Este origen fabril se plasma también en la vajilla, de producción artesanal propia, en la vajilla, con cerámica artesanal que asemeja a la que se utilizaba en los caserios vernáculos Y en las múltiples referencias que se deslizan durante las tres horas de sentada, radiales, taladrina y herrumbres.

El local se asienta en un bajo de un edificio de viviendas en el centro de Mungia. Pasar la puerta supone acceder a una bocanada de oscuridad con el personal trasjinando embutido en mono mahón de obrero. Doble trampantojo de la industria pesada vasca que nos trajo hasta aquí. De la que esnifas su olor impregnado en un trapo que te suministran descansando en un cuenco ardiente y de la que escuchas su sonido tractor propagado a doble chorro de decibelios cuando te enjaretas un plato de lentejas preñadas de sangre y hierro (y no es un recurso literario)

Cocina de kilometro cero, tan marcado a fuego en la piel del equipo que en ocasiones resulta un punto cajonero. Lo compensa con creces la contundencia distintiva de la comida. Reminiscencias de la gastronomía de nuestros aitxitxes qjue sirven para colocar un pase de trece platos, que lejos de hacerse pesado, colma los paladares de los clientes más promiscuos.

Te dan ganas de volver cuanto antes. Y te hace pensar de si culinareamente hemos avanzado o retrocedido en esta santa tierra. Que no es poco!!!!!

Quizas puede ser lo que busca Alatz mientras opera de manijero?

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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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