BANDERILLEROS (Y SU REINO)

La deriva de la época de labranza personal es mentirosa, en cuestión de sensaciones. Al estilo del padrón del pueblo de veraneo que se ve anegado en la canícula por lugareños. Los mismos que prefieren seguir aplicando la deducción por adquisición de vivienda habitual allá donde realmente pacen de continuo.

La gymkana en la que te sumerges a diario no te deja percatar del ecosistema de circunstancias que acaecen a tu lado y, que como estas en tu propio bucle, pasan desapercibidas. Este julio, preñado de fiestas, puentes y bajadas de tensión laboral, te permite, entre otras cosas, marcar ese gol a la pereza que supone levantarte a las once una mañana de domingo o ese indómito lujo que supone el observar.

Y fruto del arte de la contemplación, concluyo que se están infantilizando las relaciones familiares. Cada vez es mas usual que se apeé a los miembros de un clan de su propio nombre para cosificarles en su papel de ama o aita. Subvertir el orden nominativo de una persona, adjudicandole el puesto que ocupa en la famola bantú es el mayor acto de denigración de lo que otrora fue su propio yo.

Y no solamente ocurre con personas ya beneficiarias de la economía silver, sino que llega a llamarse así a un bisoño de veintitantos cuyo único pecado ha sido procrear. A poco que atiendas a la conversación, te das cuenta de que el acto de denigración se perpetra en tercera persona. Fémina que se dirige a una amiga o a su madre, refiriéndose a su marido como aita. Aita lo será para su hijo pero nunca para ella o su suegra.

La desnaturalización constituye el culmen de una frase que me profiriera mi compadre JM cuando me desvirgué en el difícil arte de la paternidad. Bienvenido al reino de los banderilleros, me espetó.

No podia haberlo descrito mejor, con el alumbramiento se te caen las borlas de oro del traje de luces para pasar a ser un subalterno. Ese al que recurren para meras cuestiones de logística familiar o personal.

Y por ese sumidero se cuela un quintal de lujuria, de la buena que no vuelve jamas. La puntilla es cuando en tu cumpleaños te regalan un juego conjunto de calzoncillos y calcetines (de esos paquetes de tres en oferta), y para celebrar tu aniversario te castigan con una menu familiar en la tasca del barrio y piden agua para brindar.

Todo empezó el día en el que le comenzaron a utilizar el aita para referirse a él. Y ni le miraban


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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