CAMINO

Son ya demasiadas las veces que me quedo con la sensación de llegar a toro pasado. Con Los Camino, que curiosamente así se llamaba la ganadería que abanderaban padre (Paco) e hijo (Rafi), es el sinsabor que me queda. Viví en primera persona la andadura del hijo, en aquella collera que protagonizaba con el otro vástago, el del Litri, y me he tenido que conformar con todo lo que he leído (bibliotecas enteras) u oido del maestro de Camas.

Todo lo que me llegaba estaba embebido de la mas profunda admiración. Entre todas las virtudes que se le ensalzaban, la principal era la de la inteligencia, el Niño Sabio le llamaban. Su estética toreando de capote, su profundidad artística y su carisma. Porque si en algo coincide el vocerío, era el carisma.

También hablaban de la mandanga. Esa abulia contagiosa que le envolvía para pasaportar aquelllas tardes en los que no encontraba esa inspiración de la que emanan las musas del arte. Ya se sabe que el arte no es el palustre y que ser meritorio se permite en andamios, oficinas o escritorios, pero no pisando la arena del albero,

Tirando de recuerdos propios, atesoro en el esportón un par de encuentros. El primero en unas jornadas taurino culinarias que organizaba mi compadre EA, en el alto de Arrate. Acompañé bajo un temporal invernal a dos cocheristas, mi referencia JM y JVP. Después de que EA narrara que el brote de admiración por la figura de Camino le hizo mella por el vuelo del legado de historias del que le hico depositario su abuelo, me presenté y, por una torpeza dialéctica de JVP, me enteré de su endeble relación con su compatriota Curro Romero.

Después, en una excursion a las que acostumbrábamos a realizar por las rutas del toro, en aquellos inviernos en los que aun no nos habíamos despojado del pelo de invierno de la ingenuidad taurina, fuimos a visitarle a su finca de Talayuela tras hacer parada y fonda en Candeleda.

Desayunamos con él, y con su mujer Isabel, a quien conoció en circunstancias nada propicias en la feria de Albacete. Nos abrió su casa, nos subió en un todo terreno y para ver media docena de toros que criaba con su hijo montamos en un Land Rover. Por lo que recuerdo, procedencia Marquès de Domecq, aunque también le quedaba algo suelto de Santa Coloma.

Ya de vuelta a la finca, nos contó que sus hijos estaban enfadados por haberse enterado por la prensa de su transplante de hígado. Para que les iba a avisar si no iban a hacer más que preocuparme y encimarme, recuerdo que dijo. Además compartió con nosotros ese momento en el que, yendo a visitar al Mondeño, con quien compartió las mil y una tardes, a su retiro de Caleruega y, en un momento de silencio, Mondeño le preguntó, Paco tu no habrás venido a preguntarme si soy maricón.

Vivió en esa media distancia con respecto a la fiesta con las que se revisten aquellos que han sido verdadera figuras. La seguía con detalle pero sin cercanías ni amontonamientos. Percibí que mantenía intacta la raza cuando devolvió la medalla de oro de las Bellas Artes cuando se la concedieron a Francisco Rivera, Paquirri hijo.

No conmigo, me imagino pensaría.

Descanse en paz, maestro,.


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Acerca de Asier Guezuraga Asier Guezuraga Ugalde, nació en Busturia el 9/4/1972. Pasó su juventud en pleno corazón de la Bizkaia profunda, la villa de Gernika, de cuyos recuerdos se nutre este blog. Taurino irredento, hace compatible su odio al fútbol moderno siendo hooligan del Gernika Club, el mejor equipo del mundo hasta que alguien demuestre lo contrario, Juntaletras de novela negra con dos novelas publicadas, apasionado del baloncesto, cocinillas y sobre todas las cosas, muy frikie.
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