CUARTA DE CCGG CARRETO DORMIDO

Cuando era pequeño mi aitxitxe me traía un cómic con las aventuras de la familia Ulises que se llamaba el “TBO”. Me vino a la mente cuando, con mil razones para perder distraer mi romana en otros lares , conduje nuevamente mis pasos hacia una Vista Alegre en la que se perpetraba el innecesario cartel en el que todo estaba más visto que el TBO.

Desde que Alvaro abjurase de la ganadería paternal los Cuvillos han perdido el disparo que estilaban en aquel momento en el que,, en el Cochero, compramos, a precio de doblón de oro, una corrida para el JT que se desangró en Aguascalientes.

A pesar de ser cuestión de sobra conocida, nuestros gestores de Biva nos han obsequiado con una gayumbada, mal presentada,  que nos ha baqueteado nuestra ya denostada esperanza taurina a costa de su bobería, su blandengue deambular por el ruedo su descaste manifiesto y su falta de psicomotricidad. 

Aplicando ese salvavidas de alumnos zoquetes que es la campana de Gauss podríamos salvar al tercer semoviente, que gastaba esa virtud tan admirada, de no dar problemas y repetir las embestidas como un percutor pero no estamos a estas alturas para devaneos. Porque empiezas a admitir holguras en tu conciencia taurina y terminas por creerte los dígitos de los pesos de los toros que arroja una báscula que parece estar más trucada que la del tendero de 13 Rue del Percebe.

Y el acabose viene en el burraco cierraplaza, que se comporta como un bobo de solemnidad, al que le das un lápiz y un boleto del la primitiva y no encuentra dónde poner las equis. Y el bajón en tu intestino  se convierte en sentimiento perenne cuando lo que se te avecina es un cartel (el de mañana) con argumentos taurinos tan consumidos como la chicharra de un canuto  compartido entre adolescentes .

Podemos hacer como los verdaderos críticos y echar la culpa de todos los males  del universo a los toros, que si el toro segundo se cruzaba, que si el burraco era una piltrafa o el cuarto se rajó, pero entonces no seriamos un blog que lo leen cuatro chalados e irredentos creyentes.

El caso es que a lo largo de media vida en el tendido de aficionados hemos visto todo tipo de faenas a toros rajados, parados, o mansos de  solemnidad., como para no decir que Castella aburre a la tumba de Nefertiti o que a Perera le conté 146 pases de muleta entre las dos faenas  que, bien enjaretados, podían haber conducido a sus oponentes a Briviesca ida y vuelta y nos hubiéramos ahorrado el tedio.

Cuando no embiste el toro, entonces le toca embestir al torero, y ninguno de los dos parece estar precisamente levitando  en un estado de animo que les sumerja en un trance de comerse el mundo.

En lo que respecta a De Justo,  su toreo clásico me alcanza, pero no me contagié de los vítores de esas buenas gentes  que vibraron, salvo en  un  par de naturales que cotizaron para mí al precio del coltan.